lunes, 14 de septiembre de 2015

EL OLVIDO QUE SEREMOS

Autor: Héctor Abad Faciolince

Comentario por: Gloveta




El autor se sumerge en los recuerdos para ir hasta su niñez, contar sobre su familia, la relación con su madre, con cada una de sus cinco hermanas, pero en forma especial la relación con su padre, de quien hace un panegírico a través de todo el libro. De las 293 páginas creo que el 80% es un reconocimiento a su padre, a su vida y a su pensamiento. Lo dibuja como un ser humanista, convencido de que si ayudamos a los más necesitados la vida se volverá más justa. Teniendo prelación especial  la salubridad y la educación para los que carecen de lo más básico.

Es además un sosiego para su alma, pues después de casi veinte años se atreve a enfrentarse con las pluma y escribir este libro que le sirve de catarsis para extirpar los demonios del dolor y la pérdida. Cómo él mismo lo reconoce, no fue capaz antes porque la herida estaba sangrante todavía. Después de veinte años, la herida ya ha cicatrizado y permite mirar desde la lejanía este absurdo asesinato, que muestra la nefasta historia de violencia que vivió nuestro país en esa época, y que aún sigue viviendo.

Es un libro bien escrito, que confieso me llegó a lo profundo de mi y en algunos momentos me hizo humedecer los ojos, ya sea por la identificación con el personaje, o por la emotividad con que se cuenta la historia.

A continuación dejo el poema de Jorge Luis Borges, que dio origen al nombre del libro, el cuál encontró Héctor en el bolsillo de su papá el día en que lo mataron.


EL OLVIDO QUE SEREMOS
Autor: Jorge Luis Borges

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el fin, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,

esta meditación es un consuelo.

Héctor Abad Faciolince (Fotografía por Daniela Abad)

No hay comentarios:

Publicar un comentario