Kate Armstrong (Catherine Zeta-Jones), es una reconocida chef de un restaurante de Nueva York, ordenada, metódica y exigente con todo el personal a cargo. Su vida tiene un giro al tener que hacerse cargo de su sobrina de nueve años Zoe (Abigail Breslin). Acostumbrada a que todo marche sobre ruedas y siendo su única pasión la cocina, tiene muy poco tiempo para dedicarle a las personas. Su vida está totalmente volcada en su trabajo. Como buena neoyorkina va al psicólogo para desahogarse de su rutina.
Al llegar la niña, debe replantearse su modo de actuar y busca alternativas para mejorar su relación con ella. Todo se complica con la llegada de Nick Palmer (Aaron Eckhart) a su restaurante. Totalmente impuesto porque es la dueña quien exige que él trabaje allí. Nick es opuesto totalmente a Kate: descomplicado, desordenado y con suficiente ingenio para manejar la situación. Su meta es trabajar con Kate dado su renombre en el medio, pero al final llegará a calar e ingresar en su vida, para lo cual la niña tendrá mucha influencia.
Aunque quisieron centrar la historia alrededor de la buena mesa, creo que no lo lograron. Tampoco se logró una buena historia de amor. Es una comedia muy simple, filmada casi toda en locaciones cerradas –las escenas realizadas dentro de la alacena del restaurante son claustrofóbicas- y las pocas que aparecen en las calles de Nueva York, les falta profundidad.
Se abría podido sacar mayor provecho de estas dos temáticas: amor y cocina. Y de hecho esta combinación ya ha sido llevada al cine en varias oportunidades con mayor éxito.
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