martes, 8 de marzo de 2011

UN PUEBLO PARA ELSA

 
 
 
(Para Elsa Moreno Pizarro)



No tengo un pueblo adonde regresar…

E.M.P.


Hay un pueblo
al nordeste antioqueño
que se llena de trinos
cuando la niebla
es densa.



Hay vuelo de palomas
en los atardeceres
rojos de los venados.



Los viejos de este pueblo
tienen los ojos cansados
de mirar el pasado,
guardan en su memoria
cuentos de enamorados
y míticas leyendas
de aventuras y espantos.



Todos los domingos
las campesinas bajan,
vestidas de coletas,
con las mejillas rosas
como pomas maduras.


En su plaza mayor
hay un templo
con torres y campanas.

En las mañanas domingueras
se levantan
los blancos tenderetes
para vender cacharros,
y, en un toldo apartado,
las hermosas gitanas
adivinan la suerte.

La humedad de la noche
deja sobre rosas y prados
gotas de rocío
que parecen diamantes
o lágrimas de Ángeles.

No huele a limoneros
porque hay
fragancias que se desgajan
de los viejos pomares.
No hay olor a tomillo
porque todo el entorno
huele a romero
y a flor de naranjero.



Desde el Alto de la Cruz
se contempla un paisaje
inundado de luz
que advierte al labrador
su cosecha de amor.

El Ánima Sola
recorre a media noche
por la Calle Larga,
ricamente empedrada
su eterna soledad.

Aun hay viejas casonas
con ventanas y postigos,
zaguanes y patios de begonias.
En sus rejas pintadas de flores
hay siempre un enamorado
rasgando un tiple
que florece en bambucos.



Al frente de mi casa,
-aun vive en mi recuerdo-
está el añoso pomo de los juramentos
con muchos corazones
grabados sobre los musgos
de su vieja corteza.

Me cuentan que una mañana
lo encontraron recostado
a las piedras;
que se murió cansado y vencido
de cargar en sus ramas
inútiles promesas y palabras de amor
que nunca se cumplieron.

La gente de mi pueblo
tiene la piel del bronce
de todos los arrieros
de los siglos pasados.

El pueblo que te ofrezco,
Elsa Moreno,
también tiene mineros,
poetas, campesinos
y auténticos arrieros.
Lo puedes hacer tuyo
y norte de tus azules nostalgias;
tiene nombre de flautín sonoro,
se levanta sobre una montaña de oro
y se llama ANORI.



Ven a este pueblo
para que huelas el humo
humilde que sale
de las chozas.


Ven y transita
tu santa romería
por los caminos
errabundos de sus ríos.

Ven para que muelas
tus azules nostalgias
en el molino
de los viejos recuerdos.

 
Preséntate descalza –niña de nuevo-
y lleva entre tus manos de asombro
una ofrenda de estrellas
que en la Plaza Mayor te espera
un coro de “pinches” copetones
y un vuelo de amarillas mariposas
Eduardo Toro Gutiérrez











3 comentarios:

  1. AY GLORITA...YO ME LLENO DE EMOCION LEYENDO
    A MI ADORADO EDUARDITO
    SU POEMA, QUE DEDICO A ELSA, A RAIZ DE OTRO
    BELLO POEMA DE ELLA, COMO BIEN LO DICES ES
    UN CANTO A CUALQUIERA DE LOS PUEBLOS DE
    NUESTRO PAIS.
    GRACIAS A TI POR DIFUNDIRNO, GRACIAS A EDUARDITO POR COMPARTIRNOS SUS BELLOS POEMAS

    YOLANDA

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  2. Hola Glorita:
    Te cuento que Eduardito inició ayer su participación en el nuevo Palabra Mayor. Fue un excito, puso la nota alegre al taller. Cayó a todos divinamente, como suele suceder. Así que ahora mismo les voy a enviar el poema a los miemnbros del taller, para que sepan lo que es bueno.
    Gracias por republicarlo.
    Alberto

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  3. Comparto la idea que es un canto a cualquier pueblo de nuestro país, me trajo recuerdos de dos pueblos en especial: Santa Rosa de Viterbo y Gachancipá. El primero cuna de mi familia materna y escuchar a mi abuelita hablar sobre todo esto que cuenta Miguel hizo que con mi primer sueldo a los 20 años tomara un bus con ella y mi prima y nos fuéramos a ese pueblo maravilloso, recorriendo sus vivencias y su recuerdos. Gachancipá no tiene nada de especial pero fue el pueblo de mis recorridos infantiles, allí vivían mis abuelos paternos, recorrido a la gruta, casa de esquina con fuente de agua en la mitad del patio, dos solares donde mis hermanos y yo disfrutamos bajando peras, manzanas, tomates de árbol, recogiendo moras de castilla, fresas, Eduardo hiciste que mi mente se fuera medio siglo atrás.

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