sábado, 14 de abril de 2012

MENSAJE A MI MADRE

Cuento. Autor: Eliseo Cuadrado del Río

                Filiberto estaba sentado al fondo del bar tomándose una cerveza  mientras llegaba  Josué, su llave desde el  bachillerato. Pronto apareció en la puerta  con la apertura de sus pupilas reducidas al mínimo a causa del sol cervecero de  medio día.
                Lo buscó en vano con la mirada, en la oscuridad relativa del establecimiento, hasta que poco a poco percibió el llamado de una mano amiga acompañada del silbido de la gallada. Sus tímpanos lo guiaron mejor que sus ojos deslumbrados, al  tiempo que llegaba la segunda cerveza.
                -Hola.
                -Quiubo.
                -¿Cómo sigue la vaina?
                -Cero.
                -Jodido.
                -Jodido y medio.
                -Dile a tu mamá que deje la cantaleta.
                -Le he dicho muchas veces que la primera vez no es fácil. Que yo sé cuando es el momento, pero se empeña en demostrarme que ya es tiempo de comprar novia, como dice ella.
                -A mí me  hizo lo mismo mi papá, con la diferencia que quiso  acompañarme y el resultado fue igual: Cero. Cuando la muchacha se dio cuenta de mi situación me dijo cariñosa, la próxima vez ven solo. Y funcionó. Además me dio un consejo, ponle emoción a la vaina. Así como un obstáculo que tengas que vencer para llegar al barrio. Me dicen La Chechi.
              - ¿Como cual obstáculo?
                - Cualquiera que te excite.
Filiberto se dio a la tarea de interpretar el mensaje que había recibido. Era un desafío que le parecía fácil resolver pero no encontraba  la solución.
A las tres de la mañana tomó lápiz y papel y escribió un mensaje de cinco palabras que cubría la superficie de toda la hoja. Sacó del closet tres sábanas que ató por las puntas. Se amarró de pies y  manos con lo primero que encontró y dando brincos como canguro llegó hasta el balcón donde anudó con destreza de prestidigitador un extremo de la colección de sábanas donde el mensaje estaba fijado por un par de nodrizas. Se dejó rodar lentamente mientras pensaba a qué distancia estaba el andén. Sorprendido sintió que vencer los obstáculos que se inventó, era el estímulo erótico que necesitaba. La Chechi era un genio sadomasoquista.
La maniobra había sido observada por tres vigilantes de la vecindad que lo recibieron en sus brazos como si todo hubiera sido planeado. Estaba ligero de ropas.
-Usted es liviano. Parece un descendimiento. Lo podemos llevar así cargado donde nos indique.
-Llévenme donde La Chechi. Aquí a la vuelta.
-Súbanlo a mi habitación.
Dijo ella cuando llegaron con el descendido.
 -Lo tienes a punto, como buen flaco.
La madre  madrugó, como siempre, pero no lo encontró en su cama. Su olfato materno dirigió sus pasos hasta el balcón donde encontró las tres sábanas anudadas como bandera fálica mecida por el viento.
                Con una sonrisa de satisfacción leyó el mensaje sujeto con nodrizas:   MADRE ESTOY DONDE LAS PUTAS.

2 comentarios:

  1. Una madre siempre agradece que se le diga dónde diablos va a estar el hijo.
    Alberto

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  2. Me gustò mucho. Como todos los de Eliseo, lleno de misterios por descubrir. Lo de comprar novia me encantò. Elcuento tiene buèn arranque, engancha y es agradable. Felicitaciones. Alvaro J.

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